miércoles, 9 de noviembre de 2011

CANCIONES DE LA REVOLUCION MEXICANA

LA CUCARACHA
(Canción Tradicional - México)



Ya murió la cucaracha,
Ya la llevan a enterrar,
Entre cuatro zopilotes
Y un ratón de sacristán

Coro:
La cucaracha, la cucaracha,
Ya no puede caminar;
Porque no tiene, porque le falta
Marihuana que fumar

Cuando uno quiere a una
Y esta una no lo quiere,
Es lo mismo que si un calvo
En calle encuetr' un peine.
(Coro)

Las muchachas mexicanas
Son lindas como una flor,
Y hablan tan dulcemente
Que encantan de amor.
(Coro)

Las muchachas de Las Vegas
Son muy altas y delgaditas,
Pero son más pedigüeñas
Que las ánimas benditas.
(Coro)

Las muchachas de la villa
No saben ni dar un beso,
Cuando las de Albuquerque
Hasta estiran el pescuezo.
(Coro)

Un panadero fue a misa,
No encontrando que rezar,
Le pidió a la Virgen pura,
Marihuana pa' fumar
(Coro)

Necesita automóvil
Par' hacer la caminata
Al lugar a donde mandó
La convención Zapata.
(Coro)

Las muchachas son de oro;
Las casadas son de plata;
Las viudas son de cobre,
Y las viejas hoja de lata.
(Coro)

Todos se pelean la silla
que les deja mucha plata;
en el Norte Pancho Villa
y en el Sur Viva Zapata!
(Coro)


*****


"La Cucaracha", canción tradicional cómica-satírica de origen hispánico,
es horriblemente antigua. Francisco Rodríguez Marín, en su libro
"Cantos populares españoles", publicado en 1883, recoge una versión de esta canción,
con una letra compuesta en la época de las guerras contra los moros:

De la patillas de un moro
tengo que hacer una escoba,
para que barra el cuartel
la infantería española.

Del pellejo del rey moro
tengo que hacer un sofá,
para que se siente en él
el Capitán General.

De las costillas de un moro
me atrevo a formar un puente,
para que pase la España
y su ejército valiente.

El gran escritor mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi,
en su libro La Quijotita y su prima , publicado en 1818,
habla ya de la canción y dice quién la introdujo en México:

Un capitán de marina
que vino en una fragata
entre varios sonesitos
trajo el de "La Cucaracha".

Mientras en México continuaba esta comadre musical su propia evolución política,
en España también se transformaba según las necesidades de las luchas sociales
e institucionales. Durante las guerras carlistas, el pueblo de Asturias agregó a
"La Cucaracha" estas patitas para que pudiera caminar mejor por esos montes guerrilleros
(1871-1873):

Del pellejo de Amadeo
tengo que hacer una bota
para que Don Carlos lleve
el vino para su tropa.

De los huesos de Amadeo
tengo yo que hacer un puente
para que pase Don Carlos
con su partida valiente.

Entretanto, en México, cuando Napoleón III (El Tonto) organizó la intervención francesa
para imponerle a los cuates un emperador austríaco (Maximiliano),
las tropas patriotas mandadas en aquel momento por el general Porfirio Díaz
le agregaron otra pata más a "La Cucaracha":

Con las barbas de Forey
voy a hacer un vaquerillo,
pa' ponérselo al caballo
del valiente don Porfirio.

En 1913 se produjo una verdadera revolución en la letra de "La Cucaracha".
Muy natural, porque esto ocurrió durante la Revolución Mexicana.
A la canción se le agregaron versos de escarnio contra el general Victoriano Huerta,
viejo malandrín, rastrero, hipócrita, estrafalario, borracho, marihuanero,
ridículo y malvado.  Lo único bueno que se le podía reconocer en la vida
era la excelente marihuana que fumaba de día y de noche.
Tenía el uniforme con eternas manchas de grasa y de vino y despedía un olor
a basura y a suciedad antigua, inmemorial. Sus bigotes eran lacios,
con restos de comida vieja y olor a marihuana rancia.
Por alguna razón que no me puedo imaginar, la gente le puso el apodo de La Cucaracha .
Huerta caminaba tambaleándose de una manera grotesca porque invariablemente
se encontraba borracho. Pero cuando no andaba con sus tequilas puestas,
caminaba tambaleándose de una manera grotesca porque además de las virtudes
ya enumeradas era cojo y patituerto. Unos decían que Dios lo había querido
perjudicar al crearlo porque sabía de antemano lo malvado que le iba a salir ese retoño.
Otros afirmaban que el tipo se había vuelto malo para pagar todos los favorcitos
que había recibido de Dios. Sea como fuere, Victoriano se las arregló para trepar
hacia el poder dejando en el camino un reguero de cadáveres. Sus hazañas incluyeron
el asesinato del Presidente Francisco I. Madero y la invitación que extendió
a los gringos para que invadieran el territorio mexicano.

De la letra más generalmente cantada por las tropas revolucionarias,
transcribo aquí algunos versos:

La cucaracha, la cucaracha
ya no puede caminar;
porque no tiene, porque le falta
marihuana qué fumar.

Se debe recordar que Huerta fumaba marihuana y en esto por lo menos tenía buen gusto.

Ya murió la cucaracha
ya la llevan a enterrar,
entre cuatro zopilotes
y un ratón de sacristán.

Un panadero fue a misa,
no encontrando qué rezar,
le pidió a la Virgen pura
marihuana pa' fumar.

Nueva alusión a Huerta, y lo de "panadero" tiene que ver con sus amasijos políticos.

Pero la Revolución Mexicana fue un movimiento de facciones y, como es lógico,
cada facción tuvo su propia variante de "La Cucaracha".
Hubo Cucarachas villistas, zapatistas, carrancistas y, en algún momento,
incluso huertistas. Por ejemplo, antes de la Convención de Aguascalientes (1914-1915),
todavía creían los partidarios de Huerta que podían destruir las fuerzas de Carranza
y por eso cantaban así su propia "Cucaracha":

Ya se van los carrancistas,
ya se van haciendo bola,
ya los chacales huertistas
se los trayen de la cola.

Sin embargo, como Huerta logró hacerse odiar de todos los mexicanos,
las versiones de todas las tendencias incluyeron estrofas contra este sujeto tenebroso,
traidor y cucarachudo.

Aquí van algunas estrofas zapatistas, que se cantaron mucho en el estado Morelos
desde 1915 en adelante:

Oigan con gusto estos versos
escuchen con atención,
ya la pobre cucaracha
no consigue ni un tostón.

Todo se ha puesto muy caro
con esta Revolución,
venden la leche por onzas,
y por gramos el carbón.

Siguen decenas de estrofas, protestando contra la pobreza, la carestía de la vida,
la especulación de los comerciantes y los privilegios de los grupos poderosos.
Porque eso sí, los zapatistas de entonces, como los de ahora, siempre andaban
protestando contra las injusticias sociales.

Cuando mi General Emiliano Zapata se peleó con Carranza, sus soldados le pusieron
otras patas a "La Cucaracha":

De las barbas de Carranza
voy a hacerme un calabrote,
para amarrar el caballo
de mi general Coyote.

El "General Coyote" era el gran revolucionario zapatista Nabor Mendoza,
valiente y parrandero, en cuyo honor compuso un corrido el poeta Celedonio Serrano Martínez,
con el título de El Coyote, Corrido de la Revolución .
Pero sigamos viendo la bronca zapatista contra Carranza:

La cucaracha, la cucaracha,
ya no quiere andar la danza,
porque no tiene, porque le faltan
los anteojos de Carranza.

Pero fue Francisco Villa, el gran Jefe del Norte, muy amigo y compadre mío,
quien más enriqueció "La Cucaracha" con letras demoledoras contra sus enemigos.
Son incontables las versiones villistas de esta canción. Algunos botones de muestra:

Con las barbas de Carranza
voy a hacer una toquilla
pa' ponérsela al sombrero
de su padre Pancho Villa.

Aquí don Venustiano Carranza no solamente aparecía como un "hijo de mala madre",
sino además como uno de los muchísimos hijos naturales de Pancho Villa.

Una cosa me da risa:
Pancho Villa sin camisa;
ya se van los carrancistas
porque vienen los villistas.



La Valentina

Valentina, Valentina,
yo te quisiera decir
que una pasión me domina
y es la que me hizo venir.

Dicen que por tus amores
un mal me van a seguir,
no le hace que sean el diablo
yo también me sé morir.

Si porque tomo tequila
mañana tomo jerez,
si porque me ven borracho
mañana ya no me ven.

Valentina, Valentina,
rendido estoy a tus pies,
si me han de matar mañana
que me maten de una vez

El Siete Leguas

Siete Leguas el caballo
que Villa más estimaba.
Cuando oía silbar los trenes
se paraba y relinchaba.

En la estación de Hirajuato
cantaban los horizontes,
allí combatió formal
la Brigada Bracamonte.

Oye tú Francisco Villa
que dice tu corazón.
Ya no te acuerdas, valiente,
cuando tomaste a Torreón,
ya no te acuerdas valiente
que atacaste a Paredón.

Como a las tres de la tarde
silbó la locomotora.
¡Arriba Villa, muchachos,
suban la ametralladora!

Adiós torres de Chihuahua,
adiós torres de Pantera.
Ya vino Francisco Villa
a quitarles la frontera,
ya llegó Francisco Villa
a devolver las fronteras


Soldado Revolucionario

Soy soldado revolucionario,
soy de aquellos de caballería
y si muere mi cuaco en combate
pos me paso pa’ la infantería.

Con mis cuatro cananas terciadas
bien repletas de balas sedientas
cuando estamos en pleno combate
le doy gusto a mi buen treinta-treinta.

Si me toca morir en las filas
pos pa’ que he de fijarme en la vida,
mis haberes yo siempre los gasto
con alguna de mis consentidas.

¡Ay, chaparra! si ves que me matan
tú te sigues en los coco lazos,
no más no hagas mi tumba muy honda
pa’ que yo siga oyendo balazos.

Ya se escucha sonar la metralla,
ya el clarín toca fuego graneado,
ahora o nunca, muchachos arriba,
a acabar a estos hijos del diablo.

Ya con esta me voy despidiendo,
ya me voy de revolucionario,
si Dios quiere que vuelva, pos vuelvo
si no, rezan por mí un novenario


La Adelita
En lo alto de una abrupta serranía
acampado se encontraba un regimiento
y una moza que valiente lo seguía
locamente enamorada del sargento.

Popular entre la tropa era Adelita,
la mujer que el sargento idolatraba
que además de ser valiente era bonita
que hasta el mismo coronel la respetaba.

Y se oía que decía
aquel que tanto la quería…

Si Adelita se fuera con otro
la seguiría por tierra y por mar,
si por mar en un buque de guerra
si por tierra en un tren militar.

Si Adelita quisiera ser mi esposa,
y si Adelita ya fuera mi mujer,
le compraría un vestido de seda
para llevarla a bailar al cuartel.

Y después que terminó la cruel batalla
y la tropa regresó a su campamento
por la vez de una mujer que sollozaba
la plegaria se oyó en el campamento.

Y al oírla el sargento temeroso
de perder para siempre su adorada
escondiendo su dolor bajo el reboso
a su amada le cantó de esta manera…

Y se oía que decía
aquel que tanto se moría…

Y si acaso yo muero en la guerra,
y mi cadáver lo van a sepultar,
Adelita, por Dios te lo ruego,
que por mí no vayas a llorar






CORRIDO DE ZAPATA


Voy a cantar los corridos que valen
la pura plata, que relatan pormenores de la vida de Zapata. En
Anenecuilco fue, cerca de Villa de Ayala, donde Emiliano nació,
siendo muy niño nos dicen aflijido presenció como despojaba a su
pueblo la injusticia del patrón.

En 1909, a los treinta de su edad, fue elegido calpuleque y
luego empezó a luchar, el 20 de noviembre de 1910 acaudillaron la
guerra de don Emiliano en su tierra y don Francisco en San Luis...
Estas eran sus señales: Jamás gastaron dinero para comprar carabinas
en países extranjeros, Zapata decía orgulloso: "a ningún hombre Le
debo, le quité a los federales, todas las armas que tengo.

"Cuando montaste, señor tu potro ligero hubo dos bandos y un
pleito nacional; ahí estaba el rentista, el nuevo encomendero, el
cacique, el licenciado y el ladrón municipal; los rudos sembradores,
señor, fueron contigo, la tropa sin dinero y sin cartucho, los
desposeídos, a la gente sin abrigo, los que nada deben y han pagado
mucho... Te siguieron Otilio Montaño, Francisco Mendoza, Genovevo de
la O, Eufemio Zapata, Fortino Ayacuica, Felipe Neri, Amador Salazar,
Francisco Pacheco y el septuagenario Gabriel Tepepa, que con todo el
pueblo combatieron con afán hasta que triunfantes llegaron a la
hermosa capital.

Emliano esa mañana a Madero visitó, conocemos de este almuerzo,
sabemos su pormenor porque Gildardo Magaña, al pueblo lo reveló:
Zapata se levantó, la carabina en la mano que ni comiendo soltó, se
puso frente a Madero y tomándole el reloj, le dio el ejemplo
siguiente que a todos les asombró: "Si valiéndome de mi arma,
este reloj robo yo, y con el tiempo, nos vemos pero ya armados los
dos, ¿Tendría usted señor Madero, derecho a devolución? -no sólo a
eso dijo Pancho, sino a una indemnización- pues eso es lo que
queremos Emiliano concluyó.

Morelos, quiere las tierras que el hacendado le robó; mis
campesinos armados, con respetuoso vigor, me encargaron pedir a usted
la justa restitución. Pancho quiso congraciarse, mediante una
donación, así, Emiliano Zapata una hacienda le ofreció, sin ocultar,
su disgusto el jefe el sur saltó golpeando su carabina contra el
suelo, contestó: Perdone, señor Madero, no fui a la revolución para
volverme hacendado y convertirme en patrón, fui en busca de la
justicia para el miserable peón.

Madero olvida el plan que enarboló en su bandera yo cumpliré el
de Ayala, aunque parezca en la guerra, eso dijo, este valiente, su
estandarte levantó y con valor eminente en Morelos combatió, que lo
digan sus vecinos que nunca le alzaban pelos si conocía los caminos
del estado de Morelos; los porfiristas, quisieron, acabarlo y
fracasaron, los maderistas siguieron y tampoco lo lograron, Huerta
que era muy entrón le perdió todas las pistas y Emiliano se burló
también de los carrancistas...

Justicia, tierra y libertad, estos tres grandes ideales que hasta
morir defendió, tienen que ser realidades en toda nuestra nación.

"Miliano" durmió esa noche con la dueña de su amor que andaba
también luchando para la revolución; despertó en la madrugada
sobresaltado y le dijo: "se me figuró que estaba cerca de aquí el
enemigo... Montó el precioso alazán, y a Chinameca llegó; cuando el
clarín dio tres veces la llamada de honor entraba el héroe en la
hacienda y una descarga le hirió, en lugar de saludarlo, esa tropa lo
mató: Todo su traje de charro ensangrentado quedó y enfundada su
pistola también allí se manchó, allí nadie tuvo tiempo de poderse
defender, Guajardo acabó con todos a los que dijo querer. Carranza,
le dio a Guajardo, por la muerte de Emiliano, además de otro grado
cincuenta mil pesos de plata. Los periódicos dijeron "ya mataron a un
bandido" pero los indios lloraron la muerte de su caudillo. Ha muerto
don Emiliano, dicen los que a Cuautla van, que lo mataron a tiros
cerca de Tlaltizapán, campanas de Villa Ayala ¿Por qué tocan tan
dolientes? Es que ya murió Zapata y era Zapata un valiente.
Trinitaria de los campos de las vegas de Morelos, si preguntan por
Zapata di que ya fue a los cielos. Abril de mil novecientos
diecinueve en la memoria quedarás del campesino como una mancha en la
historia.

Quedará viva en los hombres, la verdad de su palabra "la tierra
no pertenece más a aquel que la trabaja... Por los campos de Morelos
se escucha cantar al viento un canto que permanece un canto que se
hace eterno; Emiliano está en los cerros, Emiliano no se ha muerto".



CORRIDO DE ZAPATA

Un día Zapata los llama
a conferenciar al frente.
Todos juntos, en Iguala,
deben hacerse presentes.
Y cuando hablen han de ser
razonables y prudentes.

Como un río caudaloso
que acelera su corriente
la tropa marcha de prisa,
ya desciende la pendiente;
la va guiando la alborada
que asoma por el oriente.

- . -

Toda Iguala está de fiesta,
canta alegre el campanario;
mientras en los tamarindos
suspenso está el sol de mayo,
con voz serena a Zapata
esto le dice Salgado:

-- Señor general Zapata:
esta tropa que aquí mira,
nunca al peligro le teme,
el nombre de usted la anima;
y en los combates, cada hombre,
por cuatro se multiplica.

La tropa y mis generales
su nombre y valor admiran,
y por seguir su palabra
de sus hogares se olvidan;
hoy vienen a saludarlo,
por conocerlo deliran.

(Habla el general Pantalones)

Aunque soy chaparrito,
me llamo Ciriaco Gómez,
pero el pueblo me ha cambiado
el nombre de mis mayores,
y hoy todo mundo me llama
el general Pantalones.

Traigo en mi apodo la fama
como el Tejón Solitario,
no le temo a la Huesuda
aunque me enseñe el rosario,
ni a las velas encendidas
ni al rezo del novenario.

(Habla el general Emiliano Zapata)

-- Ya conocen mi bandera
muy sencillo es mi programa;
el campesino reclama;
desde un principio esta ha sido,
compañeros, mi proclama.

Ayudamos a Madero
a derrocar al tirano,
ya estando en el candelero
no quiso darnos la mano,
hasta que El Chacal su cuero
puso en venta muy ufano.

- . -

Y después del Cuartelazo
llega a la silla Carranza,
le tiende el pueblo su brazo,
en él pone su confianza;
aunque sea muy poco al paso
la Revolución avanza.

Más que Zapata, señores,
será la Revolución
la que premie sus valores
y les dé su galardón,
por ella pido que un brindis
hagamos esta ocasión.

Que estos tamarindos guarden
en su follaje mi voz,
que sean fieles testigos,
lo mismo que el padre sol,
de todo lo que se ha dicho
bajo su dulce frescor.

¡Viva Iguala, compañeros,
cuna de nuestra Bandera;
si los viejos insurgentes
murieron ayer por ella,
nosotros daremos hoy
nuestra vida por la tierra!


CORRIDO DE ALVARO OBREGON
EN 1880 NACIO UN HOMBRE DE VALOR
QUE ACABO CON LA VIOLENCIA
QUE HABIA EN LA REVOLUCION
SU NOMBRE FUERTE LO DIGO
GENERAL ALVARO OBREGON.

SU VALOR ERA BIEN VISTO
EN EL CAMPO DE BATALLA
ESTRATEGA DESTACADO, DON DE MANDO
QUE NO CALLA.

OCUPO LA PRESIDENCIA DEL PAIS
CON GRAN HONAR,
POLITICO INTELIGENTE,
CON ENERGIA GOBERNO.

HIJO DE UN AGRICULTOR
EN LAS FAENAS AYUDO
PERO POR SU GRAN ALMA
EL AGRICULTOR CAMBIO,
EL ARADO POR ARMAS
Y POR LA JUSTICIA LUCHO.

TE RECUERDO Y DOY LAS GRACIAS
POR TU GRAN VALOR Y AHINCO
DESPUES DE LUCHAR DIEZ AÑOS
PARA HACER TU PAIS DIGNO.

GENERAL ABREGON TU RECUERDO
ESTA EN LA HISTORIA,
TODOS ADIOS LE PEDIMOS
QUE TE TENGA EN SU GLORIA
ESTOS VERSOS LOS DEDICO,
TODOS ELLOS A TU MEMORIA.



UN POBRE MEXICANO

Un pobre mexicano que escribió humildemente,
en nombre de unos héroes de quienes voy a hablar,
sus nombres son sagrados de Francisco y Mendoza,
Emiliano Zapata aquí es su jefe está.

Mendoza es el modelo de los jefes que operan
por todo el sur y centro de México a la vez,
por eso en los estados de Morelos y Puebla,
hay orden y respeto para todo hombre de bien.

Los jefes Marcelinos Rodríguez y Galindos,
Espinoza y Caamaño, Baranda y Primosón,
Ignacio Maya y otros Francisco y José Mozo,
Eduardo y Cleofas Torres lucharon con valor.

Todos los mexicanos ¡vivan! ¡viva Zapata!
¡viva también Mendoza y todos los demás!
¡que muera el mal gobierno de Victoriano Huerta!
¡que muera o que renuncie! Queremos ya la paz.

Por todos los traidores que han sido voluntarios
que acompañan a Huerta y a todo su escuadrón
así los conquistamos aunque somos hermanos,
sepan que aquí Zapata reclama al invasor.

Justicia les reclama, detesta la idiominia
del gobierno tirano porque no rige ya;
al toque de campanas vámonos a las filas
todos los mexicanos que quieran libertad.

Han silbado los cuernos, despierta la mañana,
concédenos este ruego, tu santa bendición;
usted es protectora Virgen Guadalupana
para todo hijo de México que ama a nuestra nación.

Todos los mexicanos ¡vivan! ¡viva Zapata!
¡viva también Mendoza y todos los demás!
¡que muera el mal gobierno de Victoriano Huerta!
¡que muera o que renuncie! Queremos ya la paz.

¡Viva la independencia, viva la libertad!
¡el Plan Villa de Ayala que se dio a conocer!
Que goce nuestra Patria de paz, tranquilidad
y la nueva reforma resuene por doquier.

Una corona ofrezco de mirlos y de rosas,
jazmines y laureles, guirnaldas, flores mil,
a los libertadores de la nueva reforma
una canción a ustedes yo les envío aquí.


LA MUERTE DE ZAPATA
Escuchen señores, oigan
el corrido de un triste acontecimiento:
pues en Chinameca ha muerto a mansalva
Zapata, el gran insurrecto.

Abril de 1919 en la memoria
quedará del campesino,
como una mancha en la historia.

Campanas de Villa Ayala
¿por qué tocan tan dolientes?
es que ya murió Zapata
y era Zapata un valiente.

El gran Emiliano que amaba a los pobres,
quiso darles libertad.
Por eso los hombres de todos los pueblos
con él fueron a luchar.

De Cuautla hasta Amecameca,
Matamoros y el Ajusco,
con los pelones del viejo don Porfirio
se dio gusto.

Trinitaria de los campos
de las vegas de Morelos,
si preguntan por Zapata
di que ya se fue a los cielos.

Don Pablo González
le ordena a Guajardo que le finja un rendimiento,
y al ver a Zapata disparan sus armas
al llegar al campamento.

A la orilla de un camino
corté una blanca azucena,
a la tumba de Zapata
la llevé como una ofrenda.

Señores ya me despido
que no tengan novedad.
Cual héroe murió Zapata
por dar tierra y libertad.


CORRIDO DE LAS COMADRES
Ahora venga a noticiarse comadrita,
unas notas que en la calle recogí,
que los bravos y temibles carrancistas,
esta noche se han pelado ya de aquí.

-- No es posible, comadrita, que sea cierto
que esta noche se hayan ido sin decir.
Si usté sabe que valientes y aguerridos
con las vacas se pusieron a reñir.

-- Pues ya ve que en esta plaza impera
la brigada de Jonacatepec.
Ellos son valientes en la lucha
y en tepetate rejonean después.

-- Me despido, comadrita, porque es tarde
ay' mañana seguiremos la versión,
no sea que vaya a venir ya su compadre
y me juzgue carrancista de ocasión.

-- Mejor perro comadrita y no un cobarde,
un cobarde o mendigo de ocasión.
Zapatistas aunque al mundo no le cuadre
y aunque viejas no cambiamos de opinión.

CORRIDO DE LA LEVA
Puestos de acuerdo los ricos,
--la codicia los reunió --
la leva arrojó a Zapata
al noveno batallón.

Dolor, dolor de la leva,
en marcha la rebelión
cada fusil en la leva
es en pie una maldición.

-- No llore usted comadrita.
No llore usted por favor,
que han de retornar sus hijos
a mitigar su dolor.

-- Hermana, mi hermana dulce,
a tu hermano lo llevó
el polvo del remolino
que la leva levantó.

El viento mueve la caña
y la leva nos movió
del campo de verde claro
donde el ensueño creció.

-- Anciano de blanco sino,
¿en dónde tu hijo quedó?...
-- Se fue por esos caminos,
la leva se lo llevó.

-- Amigo, mi amigo franco,
que a su amigo abandonó.
La leva se lo ha llevado,
no puedo quedarme yo.

Jacal que arrina su paja
su puerta se desgajó...
Labriego que va sin surco,
la leva los separó.

Se llevaron a Zapata.
La leva se lo llevó.
No pierdan la fe, muchachos,
¡Viva la Revolución!

Anenecuilco no cede.
-- Nunca este pueblo cedió.
Cada hueco que dejaron
con otro hombre se llenó.

Los hacendados dijeron:
-- Zapata es agitador,
y por eso lo mandamos
al noveno batallón.


LA FERIA DE CUAUTLA
¡Vamos para la feria
una franca animación!
Echan volar las campanas
en la blanca población.

¡Vamos a la feria de Cuautla!
Zapata se adelantó,
entró a la feria meneando
su pingo galopador.

Torres Burgos y Merino
están ya en la población,
y los tres han prometido
hacer la revolución.

Vamos a la feria, niña
olvidemos el dolor
en las miserias del campo
en las fricciones del peón.

Los indios, los aparceros,
al influjo del alcohol
olvidan por un momento
la injusticia del patrón.

En el novecientos once,
en Cuaresma del Señor,
era en el segundo viernes
que el calendario marcó.

Cuando la feria de Cuautla
ya casi se terminó
Burgos, Zapata y merino
con alma prueba el valor.

Villa de Ayala (los mira)
predica la insurrección,
organizan las guerrillas
setenta hombres, lo mejor.

En Cuautla la feria muere,
la guitarra enmudece,
en el palenque se trunca
la voz del anunciador.

A Quilamula será
buscando liberación
Burgos, Zapata y Merino
en franca revolución.