sábado, 8 de octubre de 2011

CUENTOS


LA AVENTURA DE LOS OSOS
Había una vez una familia de cuatro osos una niña, un niño, su padre y su madre.
El niño era el mayor y se llamaba Andrés, la niña era la menor y se llamaba Jesica, el padre macho se llamaba Carlos era el rey de toda la manada que eran 70 osos y la mama era la reina de la manada ella se llamaba Ingrid, todos eran muy felices.
Pero un día la manada no tenían comida iba a llegar el invierno necesitaban comida pero algunos osos tenían que salir a buscar comida tenían que ir diez osos, Andrés quería salvar a toda la manada así que se ofreció a salir para buscar comida entonces Ingrid el dijo que no que era muy arriesgado salir, entonces Andrés no le izo caso y se fue con los nueve osos salieron y el invierno ya había empezado habían vientos muy fuertes Ingrid lo siguió, cuando de pronto Andrés se pierde de los diez osos y se desvía por completo de el camino, Ingrid siguió a los nueve osos como había tanto viento se veía diez osos entonces ella los sigue pero en realidad habían nueve osos, mientras tanto Andrés estaba solo con hambre y frio, de pronto encontró a un pingüino (llamado tomas) el pingüino se arrastra con toda su velocidad, pero Andrés lo logra alcanzar y le dice no te voy a comes soy amigo, me perdí de mi manada y el pingüino le dice: yo también me desvié de mi manada. Andrés le cuenta su historia, le cuenta que tenía una familia.
La manada con la que iba Andrés aceleraron por que se estaba anocheciendo e Ingrid se perdió quedo sola corrió, corrió había una montaña ella se tropezó se cayó de unas montañas a un rio, el rio la dejo tirada ella vio a un oso con una criatura pequeña ella corre y corre y cada vez lo ve más cerca y sigue corriendo y cada vez que corre los ve más cerca cuanto de pronto se da de cuenta que es un cadáver de un alce tenía un poco de carne y ella se dio de cuenta de que el alce se acababa de morir por qué no se había congelado se lo come y de pronto ve a una manda de 40 alces y les dice: ¿han visto a un oso café, con la boca pequeña, ojos cafés y mucho pelo en las patas? ninguno le dice nada, pero el alce rey de toda la manda le dice yo lo vi estaba con un pingüino dijo que se llamaba Andrés era un oso pacifico, la madre pregunta donde esta mi hijo le dice el alce esta en el valle de osos polares y la madres corre, mientras tanto el pingüino con Andrés se encuentran una manda de osos polares , se ven muy hambrientos dice el pingüino cuando un oso polar voltea a mirar y grita: síganlos ataquen, eran 90 osos polares Andrés con el pingüino en el hombro corren y corren se estrellan con Ingrid mientras corre la madre saluda al pingüino y a su hijo y dice: TE FUISTE Y NO ME HICISTE CASO Y AHORA ESTAS SON LAS CONSECUENCIAS corren, pero los están alcanzando se encuentran con los alces los alces también corren pero un oso polar ya iba a morder a Andrés pero el oso polar pisa una trampa de osos y como ese oso era el líder de la manada los otros osos se quedan a ayudar al rey pero el rey de los osos polares dijo vayan atrápenlos y un oso polar dice ellos ya están muy lejos más bien casemos un alce los alces corren hay un lago grande y muy frio los alces saltan pero los osos polares no saltan por que el rio es muy grande, hondo y frio, y además se pueden hundir no pasan, la noche cae y los dos osos y el pingüino encuentran una cueva gigante se van a lo más profundo y Andrés la cierra con nieve para que no entre frio hacen una fogata y se duermen mientras duermen a Andrés le da ganas de defecar, se para encuentra comida se la come y de pronto siente dolor cae y se duerme cuando se levanta, esta debajo de una reja y ve que un humano persigue a su madre y al pingüino entonces, el intenta salir empuja la jaula rueda por una montaña de nieve, y la jaula se abre el corre a salvar a su madre golpea a el humano pero hay 7 hombres, el ruje y todos se asustan y corren se van en un auto pero, se dan de cuenta que el pingüino esta enjaulado corren y alcanzan el carro, la madre hala el auto Andrés salta y coge al pingüino enjaulado, salen corriendo se esconden en su cueva la tapan con mucha nieve, Por un hueco ve que los humanos se habían ido, cuando de pronto escuchan un rugido y entran los osos polares Andrés su madre y el pingüino están atrapados de pronto Andrés encuentra un dardo, Andrés se lo pone en la boca y lo escupe y le cae al jefe de la manda de los osos polares, se duerme y los demás osos polares dicen: ¡o que miedo el duerme con esas cosas raras! y salen corriendo muy asustados.
Después el padre de Andrés se preocupa mucho y su va corriendo con la manada de 60 y salen.
Mientras tanto Andrés con su madre y el pingüino se van corriendo antes de que despierte el jefe de la manada de osos polares en el camino se encuentras con los alces, y los alces dicen que los van a acompañar pero solo envían 2 alces.
Se van Andrés con su madre un pingüino y los dos alces cuando ven una manda de pingüinos, dice el pingüino: bueno aquí es donde vivo, gracias amigos un día los voy a visitar muchas gracias, de no ser por su ayuda no hubiera llegado a mi manada.
Y dice el primer alce dijo que se llama: Daniel y la otra alce se llama: Daniela se llaman parecido porque son hermanos mellizos.
Y van caminando cuando ven un refugio y la madre de Andrés dice: este es nuestro hogar pero esta vacio que raro tu padre no está ni nadie y se devuelve a la manada de alces para preguntarles si vieron a una manada de 60 osos.
El padre de Andrés se encuentra con los 90 osos polares y un oso polar grita ataquen!
Cuando llega la madre y los dos alces y se dan de cuenta que el pingüino los estuvo siguiendo para decirles que si podría ser de su familia.
Y los 40 alces están hay mirando el ataque y huyendo y de pronto se encuentran los diez osos que se fueron a buscar comida, eran 70 osos, también dos alces y un pingüino contra 90 osos polares.
Pero ellos no quieren pelear entonces un oso polar dice: gallinas les da miedo luchar y todos los osos polares hacen gallinas y empiezan a bailar como gallinas.
Cuando de pronto se separa el hielo se empieza a hacer un iceberg de pronto uno de ellos salta hala al padre de Andrés lo hunde bajo el agua y empiezan a pelear debajo del agua Andrés salta al agua saca a su padre del agua y el oso polar que halo a el padre de Andrés, se salva en el iceberg pero el jefe de los osos polares dice: naden, y sálvense, de pronto un ventarrón los corre más lejos a los oso polares y dice el oso polar ya no, es demasiado tarde están muy legos de ellos y los osos polares llegan a un lugar muy grande y frio que le llamaban el hogar de las algas, donde solo había para comer algas. El padre y la madre de Andrés dicen hijo estas bien no vuelvas a hacer esto tu padre casi muere y estas fueron las consecuencias hijo no vuelvas a hacer eso es muy peligroso, nos preocupamos por ti por que te queremos hijo.

UNA ILUSION UNA RAZON
Magda preguntaba -¿que es una ilusión? su abuela respondía - es como un truco.

-A ver explícame eso, cuando vas a un espectáculo de un mago el tiene un sombrero, un pañuelo, una varita y con eso hace su magia.

-Oh si, pero aun no entiendo; Bueno, del pañuelo saca trucos, con la varita los señala y del sombrero sale otro truco y todos le aplauden porque creo una ilusión.

-Hay abuela, aun no entiendo, quieres decir que hay que ser mago para hacer una ilusión porque es por magia que se hace. -Bueno algo parecido pero a ver, porque tu interés por saber ¿qué es una ilusión?
- Te cuento, la maestra me pide que como pronto me gradúo escribamos sobre una ilusión que tengamos para cuando desfilemos en la graduación en nuestra presentación se hable de esta ilusión.
-Ah, que lindo pues hazlo, escribe sobre ti, y como te ves en el futuro y ahí vas a definir cual es tu mayor ilusión.

-Bueno pero yo quiero un carro, quiero viajar, quiero estudiar, conocer un príncipe y mil cosas mas.
-Magda eso es una lista larga a ver concéntrate de todas esa cosas que quieres ¿cual te da cosquillas en el estomago, nubecitas en la cabeza y ganas de reír a carcajadas?

-Buen truco abuela voy a mi cuarto a ver que se me ocurre.

Al día siguiente Magda va en busca de su abuela que como siempre estaba en el jardín dándole amor y cuido a sus orquídeas. Al ver a Magda le da los buenos días como siempre de una manera dulce y llena de alegría, -¡buenos días mi reina querida!

-Abu escribí algo pero no se, vamos a ver que tu opinas, sentémonos aquí. Comienzo; La Srta. Magda Casiano cuando se gradúe quisiera irse a España a estudiar para ser Doctora en medicina y poder ayudar a las personas.

-Magda tu te quieres ir tan lejos de tu país, -hay abuela eso me da como dijiste cosquillas en el estomago, nubecitas en la cabeza y me hace reír a carcajadas. No me dijiste que eso era una ilusión, déjame vivirla a ver si la hago una razón para poder llegar algún día.

-Bueno querida tenias razón es muy difícil definir una ilusión pero si las haz podido definir como una razón para hacer una realidad de vida, pues ¡adelante, nunca es tarde cuando la dicha es buena! –Se como el mago busca cual es el truco y con tu varita mágica haz realidad tu ilusión para ver si tenías razón.
PERDIDA EN EL AMAZONAS
Era un día soleado en el Amazonas. Clara, una alegre niña de unos diez años con pelo dorado, ojos como zafiros y una tez blanquísima se encontraba con su adorada familia, a un día de regresar al hotel “Fazenda Natureza”. Ella y casi todos sus parientes, incluyendo su padre, su madre, sus hermanas: Raquel, y Maite, sus tíos, y sus primos: Martín, Matilde, y Delia, se encontraban en medio de la selva en una expedición hacia ya varios días.
Toda la familia estaba extenuada, sin excepciones, ya con los últimos soplos de energía, tras la interminable caminata. La madre de Clara, que también tenia el cabello dorado, y los ojos de zafiros propuso parar para descansar. Todos estuvieron de acuerdo, ya que querían alimentarse y reposar.
Detrás de unos matorrales, clara vio aun negro, salvaje puma. Asustada, alerto al resto de sus acompañantes. Todos se escondieron debajo de un par de largas y anchas hojas verdes. Lamentablemente, Clara quedo afuera, y no tenía lugar donde refugiarse. Su padre le indico que se internara en la maleza, y corriera y corriera hasta no poder mover su piernas, eso fue lo que hizo.
Pasados varios largos minutos de silencio, Clara decidió regresar con su familia. Intento ir por donde había venido, pero a cada paso se encontraba con más maleza, lo opuesto a lo que debería pasar. Intento en todas las direcciones, pero no encontraba la salida. Estaba perdida. Clara tenia frío, y se sentía sumamente sola. La noche ya estaba empezando a caer.
La niña decidió acurrucarse junto aun árbol y pasar la noche allí. Despertó, y el sol acababa de salir. Se incorporo y tomo un par de frutas que como ávidamente. No había notado el hambre que tenia hasta ese momento.
De repente oyó unas voces, parecían cercanas, pero no familiares. Empezó a avanzar hacia ellas, cada vez mas rápido, comenzó a correr. Estuvo minutos siguiendo aquellas voces. Entonces, sintió que alguien le tomaba la espalda. Muy asustada se dio vuelta, y, y vio un indio.
Este le dijo que conocía el lugar y que la ayudar a lo que ella quisiera que el le ayudar. El indio la condujo hasta su tribu. Allí todos la miraban curiosos. Uno de ellos la bautizo como Shuli, y le enseño en pocos minutos cosas básicas sobre aquella comunidad. Clara estaba muy contenta y se sintió aun más cuando los indios accedieron a buscar a su familia
A la mañana siguiente se dispusieron a buscar. Tras poco caminar, llegaron a un amplio río, e indicaron a Shuli que subiera en una de las canoas. Pasaron un par de horas navegando tranquilamente por aquel río. Entre la neblina Shuli diviso un barco, pero estaba demasiado lejos.
De pronto un delfín rosado, pasó justo por debajo de la canoa e hizo que esta se partiera en dos. Todos los indios se subieron a otras canoas pero Shuli cayó en las aguas del río. Su cabeza se golpeo con una roca y quedo inconsciente. Su cuerpo se hundía rápidamente en las aguas oscuras, y los indios no podían hacer nada para salvarla.
Shuli casi tocaba el fondo cuando algo la levanto hacia la superficie. Era una enorme anaconda. Esta la llevo velozmente hacia el barco que se encontraba mas adelante, en el cual se encontraba la familia de Shuli muy preocupada. La familia se había retirado del lugar, con las esperanzas de volver pronto con un equipo de rescate para buscar a Clara.
La anaconda deposito a la niña sobre el barco, y cuando finalmente esta se despertó dos horas después les contó a sus parientes lo sucedido. La familia le agradeció a los indios, que ahora navegaban a la par con el barco. Shuli se despidió de los indios, y también les agradeció profundamente.
Ahora, Clara asegura que gracias a la anaconda y los indios sigue viva, y disfrute de su vida plenamente.

TRANSFORMACION
A veces el mundo no es como te lo muestra la maestra en la escuela, en ocasiones es mas grande y maravilloso. Es muy cierto que las maestras tratan de enseñarte todo lo que saben (o casi todo), de la mejor manera posible, pero digo casi todo porque hay algunas cosas que solo se aprenden mataperreando por ahí, lo mismo haciendo travesuras, que comiéndote un helado, yendo solo a la escuela o tumbándole los mangos al vecino, aunque también hay otras que como dice mi abuela nacen con uno pero al final hay que aprender a moldearlas como un pastelito con las otras que se van pegando en tus andares.
Esto que te cuento me sucedió hace poco tiempo, y aunque pueda parecer raro es la pura verdad. Fue un día de esos en que el calor de la tarde sin tener que nada que hacer me iba carcomiendo la tranquilidad y alimentando el deseo de escapármele a mi mima para ir a la zanja de las afueras del pueblo y terminar convirtiendo en mugre bajo las uñas y hambre toda la energía que tenía dentro.
No había andado dos cuadras cuando tropecé con Manolito, uno de mis compinches de maldades y fugas de los turnos de Español y Literatura, que irónicamente terminábamos transformándolas en sesiones de lecturas de cuentos fantásticos y aventuras.
- dime Mano, que hacemos hoy?- le pregunte con una amplia sonrisa de cómplice porque pensé saber la respuesta, pero me equivoqué.
- hay cambio de planes, la zanja está seca!-
- ¡Ño! Y ahora que hacemos, yo estaba loco por mojarme- le dije algo preocupado
- No te preocupes que apareció algo interesante, “el Churre”-un amiguito de aula que le hacia bastante honor a su apodo- me dijo que abrieron un hueco cerca de la zanja para desaguarla y así limpiarla, que por eso estaba seca-
- ¿Si y qué?- le pregunté para alentarlo a que dijera al fin su idea
- Pues chico que a falta de pan casabe, no nos mojamos en una zanja pero nos caemos a terronazos de lodo en un hueco, el lío es ensuciarnos y de paso le tumbamos la cerca de Ramón y le llevamos unas frutas a Pancho- y nos reímos por un rato.
Así salimos pues, entusiasmados con el nuevo pasatiempo y con la esperanza de encontrarnos con varios amigos por aquel lugar. Pero para sorpresa nuestra no encontramos a nadie.
- Parece que los otros se ratonaron porque esto esta vacío- le dije a Manolito con cierta decepción.
- Bueno no tan vacío, mira esto- y desde el borde del hueco me hizo un gesto con la mano para que me acercara.
Nos resultó bastante extraño pero así era, había una niña jugando dentro del hueco, bastante gracioso también porque las niñas solo sirven para jugar a las casitas y a la escuelita y a nosotros siempre nos ponen a lavar pañales o a cuidar la puerta del aula, por esa razón nos teníamos prohibido a nosotros mismos jugar con ellas bajo ninguna circunstancia. Por eso nos acercamos con cierta desconfianza.
- ¿Oye tú? ¿Quien eres?- pregunto el Mano con mas guapería que otra cosa pero en realidad todo era para disimular el terror que tenia por dentro, el problema es que era muy tímido.
- Yo, soy una mariposa…-dijo con cierto orgullo.
- Jajá, jajá- nos reímos de buena gana- verdad que las niñas no tiene nada más que inventar.
- ¿A ver si eres una mariposa que haces en un hoyo repleto de lodo?- se me ocurrió preguntar.
- No siempre estamos donde debemos, por eso a veces resultamos extraños, pero no quiere decir que seamos diferentes- dijo como cierto aire enciclopédico y orgulloso
- Y cual es la diferencia porque yo no la noto- dije en tono algo burlón
- Simple, extraño es algo o alguien a lo cual no estamos acostumbrados a ver pero sin embargo no es para nada diferente a algo o alguien que conozcamos, por ejemplo si mañana pasa un elefante frente a tu casa te resultaría extraño pero no por ello seria diferente a lo que ya conoces porque sin dudas has visto elefantes con anterioridad en algún libro o en la tele.-y termino con un suspiro de agobio, de esos que se lanzan cuando crees que no te han entendido bien.
- bueno, bueno, no tienes que ponerte tan filosófica, pero es que has armado una jerigonza-
- ¿esta bien, pero ya que ustedes son los de las grandes ideas, que hacemos?- pregunto ella
Y el Mano saltó con una de sus idiotas
- bueno puesto que no podemos tirarle fango a una niña pues vamos a cogerle unas guayabas a Pancho- y creo que hasta se babeó un poquito pensando en el banquete.
Pancho era un viejito de esos que con mirarle nos convencemos al instante que nació con doscientos años. Tenía mas arrugas en el rostro que mi cama en las mañanas después de remolonear antes de levantarme. Pero las guayabas de Pancho no eran cualquier cosa, eran las mas difíciles de atrapar en todo el mundo, cuando las comíamos convertíamos el momento en triunfo y lo saboreábamos como a nada, y por supuesto cada cual contaba su historia como una hazaña de cómo lo había burlado. Pero aquel día, debido a la nueva compañía, la charla fue diferente, o quizás extraña, todavía no se.
- Viste, te dije que yo iba a coger la más madura- y la alcé con gesto invencible.
- Si pero yo conseguí la mía primero- me reclamaba Manolito
- Y tu por lo que veo no vas a comer por que de esta no te doy- dije mirándola con sus manos vacías.
- Es que no me gusta robar, cuando tomo algo es porque dejo un bien tras de mí, las flores me lo agradecen.
- Ah! Sigues con lo mismo de que eres mariposa, además no es para tanto, solo le cogemos unas pocas guayabas- dije tratando de consolarla- el tiene un árbol y no las come, es un desperdicio.
- Y porque no le hablan y tratan de convencerlo para que las cosechen entre todos, y les proponen que van a plantar varios árboles frutales y los atienden después de las clases? … pero claro, como es mas fácil llevarse algo sin haberse esforzado para obtenerlo.
Después de eso nos separamos un poco de ella, no nos gustaba que no regañaran, y menos alguien de nuestra edad, y muchísimo menos una niña. Pero no andamos mucho cuando apareció el próximo objetivo en el itinerario de travesuras, la cerca de Ramón. Este hombre siempre pasaba a pastar las vacas mas o menos a esa hora, y nosotros nos encargábamos de desencajar las estacas de madera que componían la cerca para crear un hueco lo suficientemente grande para que algunos animales se escaparan y luego pues a reírnos de Ramón cayéndole a atrás y para todos lados a una veintena de vacas locas. Era todo un espectáculo, cuando terminaba estaba tan exhausto que se tiraba en el suelo junto al propio ganado y dormía una siesta con ellas.
Claro que esta vez no fue tan divertido, ella se molesto tanto que casi nos golpea, nos dijo insensibles, egoístas, irresponsables, malcriados, y otro montón de cosas que recuerdo, parecía una persona mayor presta siempre a rectificar cualquier cosilla que hiciéramos, y eso que solo la conocíamos hacia solo unas horas, pero parecía que siempre hubiera estado con nosotros.
Cuando salimos de allí estuvimos algún tiempo andando entre las hierbas y deleitándonos con el aroma del campo, que se te mete por los poros y te recarga las fuerzas, te alegra el alma y te da unas ganas de correr irresistible. Y corrimos. Corrimos tanto que no sabíamos a donde habíamos ido a parar. Pero todavía teníamos energía para caer en nuestras revanchas legendarias.
- Yo llegue primero! ! ! !-gritó Manolito eufórico.
- ¡Mentira!- respondí- yo siempre gano, y hoy lo hice otra vez.
- Par de bobos- dijo ella con tono burlón, son tan lentos y tan prepotentes, pero no es su culpa, así son todos los humanos.
- Que graciosa, vas a seguir con tu jueguito?- dije algo insultado, pues no me agradó el apelativo que nos dio y continué- Acaso eres una vaca, tu también eres humana, eres una niña, además llegaste después de nosotros- y pensé que la callaría con ese argumento pero me equivoqué, pues no había terminado de hablar cuando dijo:
- No gané porque no traía mis alas, si las tuviera no hubiera ocurrido nunca, son muy lindas pero no las necesito y estoy aquí para demostrarlo, son solo parte de mi cuerpo y ninguna parte del cuerpo es necesaria, lo único que hace falta es razón y sentimientos, eso es más útil e importante que un par de alas, por eso me encuentro con ustedes y por eso perdí la carrera.
- No sé porque nos dices todo eso pero a veces nos asustas con tantas palabras, además no te entendemos muy bien.
- Por lo visto no entienden muchas pero solo diré algo, los niños muchas veces confunden diversión con irresponsabilidad, por supuesto que debemos divertirnos a piernas sueltas pero siempre debemos cuidar nuestra manera de actuar, que nuestra alegría no sea motivo de tristeza para nadie, al contrario, podemos divertirnos haciendo felices a todos sin tener nada más que nuestras ganas de ayudar a los demás, no hacen falta alas para ir más lejos.- y se quedo mirándonos como esperando una señal que le indicara que la habíamos entendido, luego de una pausa y una mirada hacia todos lados nos dijo-
- Bueno, creo que me voy que ya es bastante tarde y mañana debo madrugar
- Si claro- le dije en tono burlón- seguro vas a libar flores, bueno de cualquier forma nos vemos, mañana volveremos a jugar.
- Adiós- y se despidió de una manera mágica, dejándonos con mucho en que pensar y con un largo tramo por andar de regreso
Llegamos al barrio y cada uno fue para su casa, esa noche fue como otra cualquiera, solo que el barrio ya no era solo eso sino todo un mundo, y las personas que nos rodeaban eran todas increíbles, fantásticas, únicas, me bañé, comí, hice las tareas y fui a la cama después de ver un rato la televisión.

Al día siguiente espere a Manolito después de las clases
- ¿oye nos vamos al hueco otra vez?- le pregunte
- si, si!! vamos a encontrarnos con ella, que por cierto, con tantas palabras que dijo nunca menciono el nombre, pero bueno vamos.-y partimos
- cuando llegamos el lugar estaba desolado como el día anterior pero con la diferencia de que ella no apareció a pesar de que esperamos toda la tarde, así que nos sentamos a embelesarnos con el sol en las espaldas desnudas y a tirarnos semillas de Almendra para entretenernos, estuvimos pensando en todo lo que nos dijo y en cuan maravilloso puede ser el mundo si tratamos de componerlo entre todos, de aprender de todo, de divertirnos con todo y con todos, ya cuando regresábamos por el largo camino enyerbado y oloroso que iba al pueblo, estuvimos conversando sobre el tema y nos llamo mucho la atención una pequeña mariposita que nos daba vueltas sin cesar alrededor de nuestras cabezas, jugueteando alegremente, y nos miramos convencidos de que la conocíamos, y una sonrisa me lleno el rostro.


LA GATITA EN PELIGRO
Había una vez una chica que se llamaba María que tenía dos padres muy buenos que siempre le daban lo que necesitaba y además tenía una gatita muy hermosa llamada Serafina. Ellos eran un poco pobres pero ellos trabajaban mucho para poderla mantener a su hija.
Un día María se fue a acostar porque ya era de noche, sus padres la dejaron con una niñera para que la cuide ya que ellos se iban a un asado.
Sus padres volvieron a las dos de la mañana y le dijeron a Marta la niñera que se podía ir. Cuando se fue ellos se fueron a dormir.
A la noche cuando todos estaban dormidos Serafina estaba escuchando unos ruidos, ella para ver lo que era bajo las escaleras y perseguía ese ruido hasta que de repente le cayó una caja encima, ella no sabía lo que era pero después de un rato se di cuenta que la estaban Secuestrando.
Los ladrones la llevaron a una cueva para esconderse.
Cuando María se despertó la buscaba a Serafina y no le encontraba por ningún lado, ella se empezó a preocupar y les fue a avisar a sus padres que no la encontraba por ningún lado.
Sus padres llamaron a la policía y les avisaron que no encontraban por ningún lado a su gatita.
Lo que encontraron los policías fueron unas huellas de barro afuera, ellos la siguieron y las guiaron hasta una cueva que se escuchaban unos gruñidos. Los policías entraron con mucha precaución y encontraron a los ladrones y a la gatita.
A los ladrones se los llevaron presos y a la gatita se la entregaron a María, ella se puso muy contenta al verla. Se la llevo a casa y nunca más volvió a pasar lo mismo porque desde esa vez siempre tuvieron mucha precaución.

LA PRINCESA ANALIA
Erase una vez en un reino muy lejano una princesa llamada Alalía.
Su sueño era ser una persona como cualquier otra, pero no podía ya que pronto su madre la coronaria como reina.
Ella no tenia amigas, pero si tenia una hermana gemela.
Su hermana llamada Francisca soñaba con ser reina pero su mamá no la había elegido para serlo.
Alalía tuvo una larga charla con Francisca para pedirle de favor que cambiaran de lugar, Francisca acepto pero le dijo que solo seria por unos días por que en la coronación tendría que volver a ser como era antes. Alalía acepto y le prometió volver.
Al pasar unos días Alalía ya había tenido muchas aventuras y había conocido a muchas personas, pero a ella se le olvido la coronación, mientras tanto en el palacio Francisca estaba muy nerviosa ya que si hermana no llegaba.
Al llegar la hora de la coronación la madre corono a Francisca como reina pero su madre pensó que Francisca era Alalía. A las semanas Alalía volvió y su madre las descubrió entonces dijo:- Yo he coronado a Francisca como reina y así se quedara Alalía muy feliz se fue ha seguir teniendo muchas aventuras, mientras que su hermana era la persona mas feliz del mundo.
Alalía deicidio ir por todo el mundo ayudando a personas que lo necesitan y así La Princesa Casi Reina Alalía fue conocida en todos lados...



Las Tres hijas del Rey

Erase un poderoso rey que tenía tres hermosas hijas, de las que estaba orgulloso, pero ninguna podía competir en encanto con la menor, a la que él amaba más que a ninguna.
Las tres estaban prometidas con otros tantos príncipes y eran felices.
Un día, sintiendo que las fuerzas le faltaban, el monarca convocó a toda la corte, sus hijas y sus prometidos.
-Os he reunido porque me siento viejo y quisiera abdicar. He pensado dividir mi reino en tres partes, una para cada princesa. Yo viviré una temporada en casa de cada una de mis hijas, conservando a mi lado cien caballeros. Eso sí, no dividiré mi reino en tres partes iguales sino proporcionales al cariño que mis hijas sientan por mí.
Se hizo un gran silencio. El rey preguntó a la mayor:
¿Cuánto me quieres, hija mía?
-Más que a mi propia vida, padre. Ven a vivir conmigo y yo te cuidaré.
-Yo te quiero más que a nadie del mundo -dijo la segunda.
La tercera, tímidamente y sin levantar los ojos del suelo, murmuró:
-Te quiero como un hijo debe querer a un padre y te necesito como los alimentos necesitan la sal.
El rey montó en cólera, porque estaba decepcionado.
- Sólo eso? Pues bien, dividiré mi reino entre tus dos hermanas y tú no recibirás nada.
En aquel mismo instante, el prometido de la menor de las princesas salió en silencio del salón para no volver; sin duda pensó que no le convenía novia tan pobre.
Las dos princesas mayores afearon a la menor su conducta.
-Yo no sé expresarme bien, pero amo a nuestro padre tanto como vosotras -se defendió la pequeña, con lágrimas en los ojos-. Y bien contentas podéis estar, pues ambicionabais un hermoso reino y vais a poseerlo.
Las mayores se reían de ella y el rey, apesadumbrado, la arrojó de palacio porque su vista le hacía daño.
La princesa, sorbiéndose las lágrimas, se fue sin llevar más que lo que el monarca le había autorizado: un vestido para diario, otro de fiesta y su traje de boda. Y así empezó a caminar por el mundo. Anda que te andarás, llegó a la orilla de un lago junto al que se balanceaban los juncos. El lago le devolvió su imagen, demasiado suntuosa para ser una mendiga. Entonces pensó hacerse un traje de juncos y cubrir con él su vestido palaciego. También se hizo una gorra del mismo material que ocultaba sus radiantes cabellos rubios y la belleza de su rostro.
A partir de entonces, todos cuantos la veían la llamaban "Gorra de Junco".
Andando sin parar, acabó en las tierras del príncipe que fue su prometido. Allí supo que el anciano monarca acababa de morir y que su hijo se había convertido en rey. Y supo asimismo que el joven soberano estaba buscando esposa y que daba suntuosas fiestas amenizadas por la música de los mejores trovadores.
La princesa vestida de junco lloró. Pero supo esconder sus lágrimas y su dolor. Como no quería mendigar el sustento, fue a encontrar a la cocinera del rey y le dijo:
-He sabido que tienes mucho trabajo con tanta fiesta y tanto invitado. ¿No podrías tomarme a tu servicio?
La mujer estudió con desagrado a la muchacha vestida de juncos. Parecía un adefesio...
-La verdad es que tengo mucho trabajo. Pero si no vales te despediré, con que procura andar lista.
En lo sucesivo, nunca se quejó, por duro que fuera el trabajo. Además, no percibía jornal alguno y no tenía derecho más que a las sobras de la comida. Pero de vez en cuando podía ver de lejos al rey, su antiguo prometido cuando salía de cacería y sólo con ello se sentía más feliz y cobraba alientos para sopor-tar las humillaciones.
Sucedió que el poderoso rey había dejado de serlo, porque ya había repartido el reino entre sus dos hijas mayores. Con sus cien caballeros, se dirigió a casa de su hija mayor, que le salió al encuentro, diciendo:
-Me alegro de verte, padre. Pero traes demasiada gente y supongo que con cincuenta caballeros tendrías bastante.
-¿Cómo? exclamó él encolerizado-. ¿Te he regalado un reino y te duele albergar a mis caballeros? Me iré a vivir con tu hermana.
La segunda de sus hijas le recibió con cariño y oyó sus quejas. Luego le dijo:
-Vamos, vamos, padre; no debes ponerte así, pues mi hermana tiene razón. ¿Para qué quieres tantos caballeros? Deberías despedirlos a todos. Tú puedes quedarte, pero no estoy por cargar con toda esa tropa.
-Conque esas tenemos? Ahora mismo me vuelvo a casa de tu hermana. Al menos ella, admitía a cincuenta de mis hombres. Eres una desagradecida.
El anciano, despidiendo a la mitad de su guardia, regresó al reino de la mayor con el resto. Pero como viajaba muy des-pacio a causa de sus años, su hija segunda envió un emisario a su hermana, haciéndola saber lo ocurrido. Así que ésta, alertada, ordenó cerrar las puertas de palacio y el guardia de la torre dijo desde lo alto:
-iMarchaos en buena hora! Mi señora no quiere recibiros.
El viejo monarca, con la tristeza en alma, despidió a sus caballeros y como
nada tenía, se vio en la precisión de vender su caballo. Después, vagando por el bosque, encontró una choza abandonada y se quedó a vivir en ella.
Un día que Gorro de Junco recorría el bosque en busca de setas para la comida del soberano, divisó a su padre sentado en la puerta de la choza. El corazón le dio un vuelco. ¡Que pena, verle en aquel estado!
El rey no la reconoció, quizá por su vestido y gorra de juncos y porque había perdido mucha vista.
-Buenos días, señor -dijo ella-. ,Es que vivís aquí solo?
-Quién iba a querer cuidar de un pobre viejo? -replicó el rey con amargura.
-Mucha gente -dijo la muchacha-.
Y si necesitáis algo decídmelo.
En un momento le limpió la choza, le hizo la cama y aderezó su pobre comida.
-Eres una buena muchacha -le dijo el rey.
La joven iba a ver a su padre todos los domingos y siempre que tenía un rato libre, pero sin darse a conocer. Y también le llevaba cuanta comida podía agenciarse en las cocinas reales. De este modo hizo menos dura la vida del anciano.
En palacio iba a celebrarse un gran baile. La cocinera dijo que el personal tenía autorización para asistir.
-Pero tú, Gorra de Junco, no puedes presentarte con esa facha, así que cuida de la cocina -añadió.
En cuanto se marcharon todos, la joven se apresuró a quitarse el disfraz de juncos y con el vestido que usaba a diario cuando era princesa, que era muy hermoso, y sus lindos cabellos bien peinados, hizo su aparición en el salón. Todos se quedaron mirando a la bellísima criatura. El rey, disculpándose con las princesas que estaban a su lado, fue a su encuentro y le pidió:
-Quieres bailar conmigo, bella desconocida?
Ni siquiera había reconocido a su antigua prometida. Cierto que había pasado algún tiempo y ella se había convertido en una joven espléndida.
Bailaron un vals y luego ella, temiendo ser descubierta, escapó en cuanto tuvo ocasión, yendo a esconderse en su habitación. Pero era feliz, pues había estado junto al joven a quien seguía amando.
Al día siguiente del baile en palacio, la cocinera no hacía más que hablar de la hermosa desconocida y de la admiración que le había demostrado al soberano.
Este, quizá con la idea de ver a la linda joven, dio un segundo baile y la princesa, con su vestido de fiesta, todavía más deslumbrante que la vez anterior, apareció en el salón y el monarca no bailó más que con ella. Las princesas asistentes, fruncían el ceño.
También esta vez la princesita pudo escapar sin ser vista.
A la mañana siguiente, el jefe de cocina amonestó a la cocinera.
-Al rey no le ha gustado el desayuno que has preparado. Si vuelve a suceder, te despediré.
De nuevo el monarca dio otra fiesta. Gorra de Junco, esta vez con su vestido de boda de princesa, acudió a ella. Estaba tan hermosa que todos la miraban.
El rey le dijo:
-Eres la muchacha más bonita que he conocido y también la más dulce. Te suplico que no te escapes y te cases conmigo.
La muchacha sonreía, sonreía siempre, pero pudo huir en un descuido del monarca. Este estaba tan desconsolado que en los días siguientes apenas probaba la comida
Una mañana en que ninguno se atrevía a preparar el desayuno real, pues nadie complacía al soberano, la cocinera ordenó a Gorra de Junco que lo preparase ella, para librarse así de regañinas. La muchacha puso sobre la mermelada su anillo de prometida, el que un día le regalara el joven príncipe. Al verlo, exclamó:
-jQue venga la cocinera!
La mujer se presentó muerta de miedo y aseguró que ella no tuvo parte en la confección del desayuno, sino una muchacha llamada Gorra de Junco. El monarca la llamó a su presencia. Bajo el vestido de juncos llevaba su traje de novia.
-De dónde has sacado el anillo que estaba en mi plato?
-Me lo regalaron.
-Quién eres tú?
-Me llaman Gorra de Junco, señor.
El soberano, que la estaba mirando con desconfianza, vio bajo los juncos un brillo similar al de la plata y los diamantes y exigió:
-Déjame ver lo que llevas debajo.
Ella se quitó lentamente el vestido de juncos y la gorra y apareció con el mara-villoso vestido de bodas.
-Oh, querida mia! ¿Así que eras tú? No sé si podrás perdonarme.
Pero como la princesa le amaba, le perdonó de todo corazón y se iniciaron los preparativos de las bodas. La princesa hizo llamar a su padre, que no sabía cómo disculparse con ella por lo ocurrido.
El banquete fue realmente regio, pero la comida estaba completamente sosa y todo el mundo la dejaba en el plato. El rey, enfadado, hizo que acudiera el jefe de cocina.
-Esto no se puede comer -protestó.
La princesa entonces, mirando a su padre, ordenó que trajeran sal. Y el anciano rompió a llorar, pues en aquel momento comprendió cuánto le amaba su hija menor y lo mal que había sabido comprenderla.
En cuanto a las otras dos ambiciosas princesas, riñeron entre sí y se produjo una guerra en la que murieron ellas y sus maridos. De tan triste circunstancia supo compensar al anciano monarca el cariño de su hija menor.
Fin

La Ostra y El Cangrejo

Una ostra estaba enamorada de la Luna. Cuando su gran disco de plata aparecía en el cielo, se pasaba horas y horas con las valvas abiertas, mirándola.
Desde su puesto de observación, un cangrejo se dio cuenta de que la ostra se abría completamente en plenilunio y pensó comérsela.
A la noche siguiente, cuando la ostra se abrió de nuevo, el cangrejo le echó dentro una piedrecilla.
La ostra, al instante, intento cerrarse, pero el guijarro se lo impidió.
El astuto cangrejo salió de su escondite, abrió sus afiladas uñas, se abalanzó sobre la inocente ostra y se la comió.
Así sucede a quien abre la boca para divulgar su secreto: siempre hay un oído que lo apresa.
Fin

La nube de los secretos

El tren salió de su tunel oscuro, y los pasajeros se incandilaron con la luz del sol que estaba atardeciendo en el mar. La niña de dorados rizos, que estaba sentada en el regazo de su mamá, le decía que todavía habían bañistas en la playa aunque el verano playero acababa de terminar, y le preguntó:

--¿Las olas hablan, mamá?

--Claro, hijita, las olas son quienes viajan por todo el mundo con sus blancas bocas, y se cuentan unas a otras lo que ha pasado, por los lugares donde han estado.

A veces se rien mucho, y por eso oyes muchos splash seguidos en la rompiente, otras veces están enfadadas y hay holas grandotas que rompen haciendo mucho ruido, como quien da un portazo, en algunas ocaciones están perezosas y ni se mueven, es porque están dormitando y una pequeña ola, que casi no dice nada sobre la arena, significa que está roncando.

--¡Mira mamá! Qué nube más rara.

--Si, tienes razón, esa nube es la nube de los secretos. ¿Sabes qué hace esa nube? —Le preguntó en secreto la mamá.

--Si... Escucha los secretos de todos... —Dijo la niña riéndose.

--Bueno, en cierta manera si. Todas las olas le cuentan sus secretos a ella, porque saben que ella no los contará a nadie. También lo hacen los delfines y todos los animales del agua. ¿Sabes qué otros animales de agua hay? —Le preguntó animándola a pensar un poquito.

--Si... Los pájaros de agua —Contestó riendo.

--Y... ¿Cómo se llaman? Ga... —Le daba una ayudita.

  --¡Gaviotas! —Contestó contenta de saberlo—. ¡Mira mamá!, ahí hay una que está jugando con las olas. ¿Sabes mami que las gaviotas flotan porque tienen una panza muy gorda?

--Si, también porque se llenan de aire —Dijo la madre llenando sus cachetes de aire, abriendo los brazos en redondo y moviéndose de lado a lado— y hacen como un flotador. A veces las gaviotas quieren enterarse de los secretos que les cuentan las olas a la nube y la nube se va un poco enfadada para otros lugares, y si la gaviota la molesta mucho entonces llueve. Otras veces, llueve sobre la tierra y los secretos caen sobre las plantas, los árboles, las flores o simplemente sobre la tierra. Como no concocen a las olas, no se enteran mucho qué significan esos secretos, aunque les caigan encima.
--Y, ¿qué pasa con los secretos que llueven sobre la tierra? —Le preguntó mirando a traves de la ventana.

--No pasa nada, caen como simples gotas de lluvia, guardando los secretos para siempre en el corazón de cada gota y al ser absorvida por un árbol, o flor, o donde sea que caiga, guarda ese secreto como si alguien se lo hubiera contado pero nunca puede recordar qué es en realidad, como cuando uno cree que tiene algo por decir y no recuerda qué —Le explicaba la mamá pegando su mejilla contra el de su hija de cuatro años.

La niña se reacomodaba sobre el regazo de la madre y le llenaba la cara con sus tirabuzones dorados.


A medida que el tren traqueteaba algunas nubes rosa-azul-violeta se juntaban en el horizonte a escuchar los secretos que alguien tenía para contarles, otras llegaban desde lejos justo a tiempo para disfrazarse con el atardecer. Y entre contar nubes y nubes, fueron llegando hasta su estación, donde bajaron y se despidieron de las señoritas del cielo hasta el día siguiente.


El Honrado Leñador

Habia una vez un pobre leñador que regresaba a su casa despues de una jornada de duro trabajo. Al cruzar un puentecillo sobre el rio, se le cayo el hacha al agua. Entonces empezo a lamentarse tristemente: ¿Como me ganare el sustento ahora que no tengo hacha?
Al instante ¡oh, maravilla! Una bella ninfa aparecia sobre las aguas y dijo al leñador:
Espera, buen hombre: traere tu hacha.
Se hundio en la corriente y poco despues reaparecia con un hacha de oro entre las manos. El leñador dijo que aquella no era la suya. Por segunda vez se sumergió la ninfa, para reaparecer despues con otra hacha de plata.
Tampoco es la mia dijo el afligido leñador.
Por tercera vez la ninfa busco bajo el agua. Al reaparecer llevaba un hacha de hierro.
¡Oh gracias, gracias! ¡Esa es la mia!
Pero, por tu honradez, yo te regalo las otras dos. Has preferido la pobreza a la mentira y te mereces un premio.
Fin.

El Cedro Vanidoso

Erase una vez un cedro satisfecho de su hermosura.
Plantado en mitad del jardin, superaba en altura a todos los demas arboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecia un gigantesco candelabro.
Si con lo hermoso que soy diera ademas fruto, se dijo, ningun arbol del mundo podria compararse conmigo.
Y decidio observar a los otros arboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su erguida copa, apunto un bellisimo fruto.
Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo.
Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa, que era el orgullo y la gloria del arbol, empezo a tambalearse hasta que se troncho pesadamente.
¡A cuantos hombres, como el cedro, su demasiada ambicion les arruina!

Fin

La Bobina Maravillosa

Erase un principito que no quería estudiar. Cierta noche, después de haber recibido una buena regañina por su pereza, suspiro tristemente, diciendo:
¡Ay! ¿Cuándo seré mayor para hacer lo que me apetezca?
Y he aquí que, a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama una bobina de hilo de oro de la que salió una débil voz:
Trátame con cuidado, príncipe.
Este hilo representa la sucesión de tus días. Conforme vayan pasando, el hilo se ira soltando. No ignoro que deseas crecer pronto... Pues bien, te concedo el don de desenrollar el hilo a tu antojo, pero todo aquello que hayas desenrollado no podrás ovillarlo de nuevo, pues los días pasados no vuelven.
El príncipe, para cersiorarse, tiro con ímpetu del hilo y se encontró convertido en un apuesto príncipe. Tiro un poco mas y se vio llevando la corona de su padre. ¡Era rey! Con un nuevo tironcito, inquirió:
Dime bobina ¿Cómo serán mi esposa y mis hijos?
En el mismo instante, una bellísima joven, y cuatro niños rubios surgieron a su lado. Sin pararse a pensar, su curiosidad se iba apoderando de él y siguió soltando mas hilo para saber como serian sus hijos de mayores.
De pronto se miro al espejo y vio la imagen de un anciano decrépito, de escasos cabellos nevados. Se asusto de sí mismo y del poco hilo que quedaba en la bobina. ¡Los instantes de su vida estaban contados! Desesperadamente, intento enrollar el hilo en el carrete, pero sin lograrlo. Entonces la débil vocecilla que ya conocía, hablo así:
Has desperdiciado tontamente tu existencia. Ahora ya sabes que los días perdidos no pueden recuperarse. Has sido un perezoso al pretender pasar por la vida sin molestarte en hacer el trabajo de todos los días. Sufre, pues tu castigo.
El rey, tras un grito de pánico, cayó muerto: había consumido la existencia sin hacer nada de provecho.

Fin


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